Una lección sin precio.
Cuando llegaron al borde del río, el maestro arrojó una moneda de oro al fondo. El discípulo, creyendo que se trataba de un manantial de los deseos, se dispuso a hacer lo mismo, pero la mano del sabio detuvo su acción:
-Nunca olvides que existen cuatro cosas en la vida que jamás se recuperan:
La piedra, después de arrojada.
La palabra, después de proferida.
La ocasión, después de perdida.
El tiempo, después de pasado.
Durante un tiempo, ambos callaron y vieron pasar el agua, un agua que nunca más volvería... El discípulo, inmerso en este pensamiento, se atrevió a romper el silencio:
-¿Por qué ha arrojado algo tan valioso al río, maestro? No le veo sentido…
-Para que recuerdes que esta lección no tiene precio. –contestó el sabio.
Preciosa historia!!
ResponderEliminarEfectivamente no tiene precio...
ResponderEliminarHe llegado a tu blog por decisión del destino (si es que existe). Me gusta. Gran trabajo! Un besooo :)
ResponderEliminarPrecisa historia que no tiene precio. Cuantas veces nos damos cuenta de estas verdades después de...
ResponderEliminarDéjàVu gracias y bienvenid@. Espero nos sigas visitando.
Gorka, Unsui gracias por vuestra constancia.
Un abrazo a todos.