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Mostrando entradas de julio, 2010

Ikkyu

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Cuenta una antigua historia que en el siglo XV vivió el monje más famoso de todo Japón, Ikkyu, que era hijo ilegítimo del emperador. Cuando el príncipe de la provincia en la que vivía decidió dar una gran fiesta invitó a Ikkyu, reservándole un honroso lugar a a su lado. El día de la fiesta el monje apareció humildemente vestido, casi parecía un mendigo, con lo cual el príncipe montó en cólera y lo expulsó. Luego Ikkyu regresó ataviado con buenas vestimenta y, una vez en el palacio, se las fue quitando lentamente y las dejó en una silla. -¿Qué estás haciendo?, preguntó el príncipe. - Te había entendido mal, pensaba que me habías invitado a mi, pero invitaste a mi vestimenta, así que aquí la dejo- respondió Ikkyu.

El escondite seguro.

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Hubo un tiempo en el que todas las personas eran dioses. Pero cometieron tantos abusos y desórdenes con sus poderes ilimitados, que Brahma decidió quitarles el poder divino y esconderlo en un lugar donde no pudieran encontrarlo. A tal fin Brahma convocó a sus dioses ayudantes para que le ayudasen a buscar un escondite seguro. -Enterremos la divinidad del hombre en un barranco perdido. -No porque el hombre excavará y la encontrará- respondió Brahma. -Pues atemos la divinidad a una gran piedra y la lanzaremos al océano más profundo- dijeron los dioses. -No porque algún día el hombre explorará el fondo de los océanos y la recuperará. -Entonces no sabemos dónde esconderla para que no sea encontrada- concluyeron, abatidos. Entonces Brahma dijo: -Ya sé que hacer con la divinidad humana. La esconderemos en lo más profundo de cada persona, pues será el único lugar en el que nadie pensará buscar.

Pregúnteselo a mí caballo.

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Se cuenta que un jinete corría sobre su caballo dando vueltas por el campo. Un campesino, que veía como el jinete pasaba una y otra vez junto a la finca en la que trabajaba, le preguntó: "Pero buen hombre ¿a donde quiere ir?". El jinete respondió: "No lo sé. A mí no me lo pregunte, pregúnteselo a mi caballo." En mucha ocasiones tambien a nosotros nos ocurre lo que a ese jinete. Corremos apresurados por la vida sin saber muy bien a donde vamos. Nos movemos deprisa, sí; pero para ir a lugares que otros nos marcan. Más que movernos nos mueven y nos llevan a lugares que en el fondo no hemos elegido.

La divisa del corazón.

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Los cambistas de monedas enseñan a sus discipulos durante mucho tiempo sólo las piezas buenas. Tras este aprendizaje, ellos jamás se equivocarán al detectar una moneda falsa. El metodo inverso -el de identificar primero monedas falsas- o el de mostrarles a los alumnos mezclas de monedas buenas y falsas no da tan buenos resultados. En lo que respecta a los sentimientos y pensamientos humanos, ocurre lo mismo: cuando sólo se conocen los positivos, jamás uno negativo ha de hacerse carne en el alma buena. A.B.Mitford. Cuentos del viejo Japón.

Quien de verdad sabe...

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Quien de verdad sabe de que habla no encuentra razones para levantar la voz. Leonardo da Vinci (1452-1519). Pintor, escultor, inventor, ....

Flor de colza...

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Nanohana ya tsuki wa higashi ni hi wa nishi ni. ¡Flor de colza! luna en naciente y sol en poniente. Yosa Buson (1718-1783).

Suficiente nunca es bastante...

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Mí riqueza consiste no en la cantidad de mis pertenencias sino en la escasez de mis deseos. Exóticos perfumes, lujosos automóviles, maravillosas vacaciones en destinos paradisiacos no son ciertamente la clave de la felicidad. El consumismo da por supuesto que siempre estamos descontentos. Se supone que la próxima compra nos hará felices, pero ¿como podría hacerlo? Sí hubiera conseguido ser feliz, ya no compraría nada más. Por lo tanto, la satisfacción obtenida a partir de una compra casi siempre tiene una vida muy corta y nos lleva a desear algo más. Suficiente nunca es bastante.

Ciudad viva...

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Ciudad viva : millones de personas que viven juntas en soledad. Henry David THOREAU  Escritor,trascendentalista,filosofo anarquista ( EEUU 1817-1862 ). Pensamos que podemos evitar la soledad estando con gente. Sin embargo, podemos estar más solos en una multitud que cuando estamos realmente solos.

Con el rocío de la mañana...

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Asa-tsuyu ni yogorete suzushi uri no doro. Con el rocío de la mañana sucio, fresco... el barro del melón. Matsuo BASHÔ (1644-1694).

Una taza de té verde.

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Al beber una taza de té verde detuve la guerra. Paul Reps. ¿Que té verde es éste? ¿podemos aprender a beberlo? A fin de beber realmente una taza de té verde, de detener la guerra, interna y externa, primero debemos tornarnos receptivos. Debemos apreciar profundamente la taza en la que se sirve y los esfuerzos de quienes han hecho posible que llegue hasta nosotros. Nuestras bocas deben hallarse suficientemente vacías como para degustar esta taza de té. Y claro está, no podemos limitarnos a tragarlo. Lo recibimos sorbo a sorbo. Honremos al té verde y éste nos honrará a nosotros. Es la unica manera en que el té verde puede detener la guerra que ruge en nuestro interior. Brenda Shoshanna. Sabiduría zen para la vida cotidiana.

Vencer sin arma.

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El célebre maestro Tsukahara Bokuden atravesaba el lago Biwa sobre una balsa con otros viajeros. Entre ellos se encontraba un samurai extremadamente pretencioso que no paraba de vanagloriarse de sus proezas y su dominio del sable. Según el, era el campeón del japón en todas sus categorías. Y los demás viajeros, que escuchaban con una admiración mezclada con miedo, parecían creérselo todo. Pero... Bokuden se mantenía alejado tranquilamente y no parecía tragarse todas esas bagatelas. El samurai se dio cuenta y, vejado, se acercó a Bokuden para decirle: -Tú también llevas un par de sables. Sí eres un samurai, ¿por que no dices algo? Bokuden respondió tranquilamente: -No me siento aludido por tus historias. Mí arte es diferente al tuyo. No consiste en vencer a los demás sino en no ser vencido. El samurai se rascó la cabeza y preguntó: -¿Entonces para que llevas dos sables? Eso me obliga a ser maestro de mí mismo para no responder a las provocaciones. Es un desafío sagrado. El samurai, exas

Noche fugaz...

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Mijikayo ya kemushi no ue ni tsuyu no tama. Noche fugaz: las perlas del rocío sobre la oruga. Yosa Buson (1718-1783).

Tras el relampago...

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Inazuma ni koboruru oto ya take no tsuyu. Tras el relámpago un sonido de gotas, en los bambúes. Matsuo BASHÔ (1644-1694)