Segundas flechas...

Una emoción en sí misma, sin pensamiento que la refuerce, dura unos 90 segundos. Sin embargo, demasiadas veces duran más, bastante más, ya que muchos somos expertos en alargarlas y alargarlas hasta el infinito con pensamientos del tipo de: "Por que me ocurre esto a mí"; "qué mala suerte"; "por qué yo"; "tenía que llover precisamente hoy"...
Algunos incluso disponemos de un nutrido arsenal de "segundas flechas" y de maneras de clavárnoslas.

Como nos decía el emperador Marco Aurelio en sus "Meditaciones":
Si el pepino es amargo ¡tíralo!

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