Un nuevo corazón.
Después de largas deliberaciones, un samurai abandonó a su señor. Según el código del guerrero esto era un acto muy desonroso, pero el sentía el llamamiento de la vida zen. Después de algunos años en un monasterio de las montañas, emprendió una peregrinación y no tardó mucho en ser reconocido por un samurai a caballo. El guerrero quiso abatir al monje, pero al final -para no manchar su espada- optó por escupirle en la cara. Con el simple acto de limpiarse la saliva el monje se dio cuenta de cómo habría reaccionado al mismo insulto en otros tiempos. Profundamente conmovido se giró hacia la montaña donde había recibido su formación para decir, con una reverencia:
"La montaña es la montaña, y el Camino es el de siempre. A fe que lo que ha cambiado es mi propio corazón"
Llegar a ese discernimiento, que difícil es sortear las piedras del camino , sin tropezar y levantarse de nuevo , como si nada
ResponderEliminarFeliz fin de semana amigo
Afortunados los que logran cambiar su corazón.
ResponderEliminarBuen fin de semana, Arianna.