Sendas de Oku (13/..)
Montículo negro - Kurozuka |
(Sendas de Oku)
Torciendo a la derecha desde Nihonmatsu, fuimos a echar un vistazo a la
cueva de Kurozuka.(1) Nos
hospedamos en Fukushima. Al amanecer salimos rumbo a Shinobu, para contemplar
la piedra con que imprimen los dibujos en las telas.(2) La
encontramos, medio cubierta de tierra, en un pueblo en la falda de la montaña.
Los muchachos del lugar se acercaron y nos dijeron: “Antes estaba en la punta
del cerro pero las gentes que pasaban por aquí cortaban las plantas de cebada,
que luego machacaban con la piedra. Los campesinos se enojaron y la echaron al
valle. Por eso la piedra está boca abajo”.
Manos que hoy plantan el arroz:
ayer, diestras, dibujos
imprimían con una piedra.
(1) En la cueva de Kurozuka vivía un demonio, famoso en la leyenda.
(2) En Shinobu se fabrican ciertos tejidos; para teñirlos se colocaban
yerbas silvestres sobre una piedra y sobre ellas la tela; después, con otra
piedra, se hacía presión hasta machacar las yerbas y lograr que los relieves
quedasen impresos en la tela, formando desordenados y extraños dibujos. El
método no es distinto al frottage de
los pintores surrealistas, especialmente de Max Ernst. En la antigua poesía
japonesa con frecuencia se compara el sentimiento del amor perdido -corazón
destrozado- con el dibujo obtenido por las piedras impresoras, hecho de líneas
rotas.
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