El viajero sediento.

Lentamente, el sol se había ido ocultando y la noche había caído por completo. Por la inmensa planicie de la India se deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa.

Varios hombres compartían un departamento y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha. Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a conciliar el sueño. De repente, empezó a escucharse una voz que decía:

¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!

Así una y otra vez, insistente y monótonamente. Era uno de los viajeros que no cesaba de quejarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Ya resultaba tan molesta y repetitiva su queja, que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez el agua. Todos se echaron de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir:

¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía!

La mente siempre tiene problemas. Cuando no tiene problemas reales, fabrica problemas imaginarios y ficticios, teniendo incluso que buscar soluciones imaginarias y ficticias.

Comentarios

  1. ?cual es tu problema?

    !,?

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  2. Gracias Angel por todo lo que compartes,otra reflexión más

    tambien por haber encontrado en tu blog textos sobre mi amado R.Tagore, con tu permiso los copié

    un cálido abrazo querido amigo

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  3. Son textos que pertenecen a toda la humanidad.
    Lástima que no sepamos buscarlos (o que no tengamos tiempo para hacerlo).

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  4. Desde jovencita cayó en mis manos un poema suyo y ya no me separé de él

    Me acompaña alli donde voy , es tan sencillo y tan humilde como las florecillas del campo, un maestro para mi

    Gracias querido Angel

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