¿Soy realmente felíz?
En las escuelas, en las iglesias y en otras muchas instituciones se nos explican infinidad de cosas al cabo de los años. Pero no se nos dice que puede hacer uno para ser feliz cada día de su vida.
Se nos inculcan la obediencia, el amor al prójimo, la solidaridad y el respeto a los demás. Pero nadie nos invita a que seamos respetuosos con nosotros mismos. Al contrario. Toda nuestra aducación esta orientada hacia la abnegación.
¿Sabe usted por que?
Porque a nadie le interesa que seamos criticos, enérgicos y egoistas.
Las personas que saben lo que quieren son dificiles de manipular. Por consiguiente tenemos que vivir en el temor y la indefensión, y depender en todo momento de la benevolencia de los demás.
El cebo con que se nos hace morder el anzuelo es una mezcla refinada de promesas y amenazas: "Sí haces
lo que esperamos de tí, nosotros nos encargaremos de que seas feliz. Sí no, serás excluido de la sociedad".
Los políticos nos prometen prosperidad, seguridad y hasta la Luna, sí les votamos y los mantenemos en el poder. La economía nos encandila con la ventura del progreso ilimitado, para que ganemos más y más, a fin de comprar más y más.. Todos nos dejamos convencer, pese a la evidencia de que, desde hace tiempo, este progreso nos está haciendo mas daño que provecho.
La Iglesia quiere ayudarnos a salvar el alma y nos promete la bienaventuranza, si no en este mundo, por lo menos, en el otro. A condición de que le seamos fieles, hagamos puntualmente nuestras aportaciones y cumplamos con nuestro deber.
Los médicos y la industria farmacéutica se preocupan por nuestra salud. Se afanan en cuidarnos y curarnos, sí cotizamos, de enfermedades nuevas que no se cansan de descubrir, y que nos pintan con los mas sombrios tintes.
Esto puede parecer un poco exagerado, pero, francamente, ¿no es este el mundo en que vivimos hoy?
Una legión de sanadores, salvadores y autoridades competentes nos rodean y nos juran que en todo cuanto hacen por nosotros, que es sufragado por nosotros, les guía unicamente el afán de servirnos.
Con tantos desvelos, tendríamos que ser tremendamente felíces fesde hace mucho tiempo. ¿Lo somos?
Haga una pausa y responda sin evasivas a esta sencilla pregunta: ¿Soy realmente feliz? ¿Hago la vida que deseo?
¿Sabe usted en concreto qué es lo que le hace feliz? ¿Lo ha decidido usted mismo o lo han decidido otros por usted?
El arte de vivir feliz - Josef Kirschner.
Se nos inculcan la obediencia, el amor al prójimo, la solidaridad y el respeto a los demás. Pero nadie nos invita a que seamos respetuosos con nosotros mismos. Al contrario. Toda nuestra aducación esta orientada hacia la abnegación.
¿Sabe usted por que?
Porque a nadie le interesa que seamos criticos, enérgicos y egoistas.
Las personas que saben lo que quieren son dificiles de manipular. Por consiguiente tenemos que vivir en el temor y la indefensión, y depender en todo momento de la benevolencia de los demás.
El cebo con que se nos hace morder el anzuelo es una mezcla refinada de promesas y amenazas: "Sí haces
lo que esperamos de tí, nosotros nos encargaremos de que seas feliz. Sí no, serás excluido de la sociedad".
Los políticos nos prometen prosperidad, seguridad y hasta la Luna, sí les votamos y los mantenemos en el poder. La economía nos encandila con la ventura del progreso ilimitado, para que ganemos más y más, a fin de comprar más y más.. Todos nos dejamos convencer, pese a la evidencia de que, desde hace tiempo, este progreso nos está haciendo mas daño que provecho.
La Iglesia quiere ayudarnos a salvar el alma y nos promete la bienaventuranza, si no en este mundo, por lo menos, en el otro. A condición de que le seamos fieles, hagamos puntualmente nuestras aportaciones y cumplamos con nuestro deber.
Los médicos y la industria farmacéutica se preocupan por nuestra salud. Se afanan en cuidarnos y curarnos, sí cotizamos, de enfermedades nuevas que no se cansan de descubrir, y que nos pintan con los mas sombrios tintes.
Esto puede parecer un poco exagerado, pero, francamente, ¿no es este el mundo en que vivimos hoy?
Una legión de sanadores, salvadores y autoridades competentes nos rodean y nos juran que en todo cuanto hacen por nosotros, que es sufragado por nosotros, les guía unicamente el afán de servirnos.
Con tantos desvelos, tendríamos que ser tremendamente felíces fesde hace mucho tiempo. ¿Lo somos?
Haga una pausa y responda sin evasivas a esta sencilla pregunta: ¿Soy realmente feliz? ¿Hago la vida que deseo?
¿Sabe usted en concreto qué es lo que le hace feliz? ¿Lo ha decidido usted mismo o lo han decidido otros por usted?
El arte de vivir feliz - Josef Kirschner.
Hola Angel:
ResponderEliminarCoincido en todo lo que acá se dice y creo que si cada uno no comienza por hacerse esa pregunta no tiene sentido hablar de felicidad, no comprendemos nada acerca de ella.
Gracias.
¡Que facil es no hacerse preguntas y dejar que otros decidan por nosotros! ¿Verdad...? Gracias Delia.
ResponderEliminarMe lo preguntaré de nuevo Soy Feliz?
ResponderEliminarHoy por hoy, creo que lo soy, tengo todo lo que tendria en una isla desierta y sería feliz, si no lo soy ,es que no sé ser feliz
Gracias Ängel, dulces sueños sueños
Arianna : Me alegro por tí Yo conforme me voy haciendo más mayor noto que cada vez soy más feliz. Quizás por que voy aprendiendo a valorar que es lo realmente importante en la vida y que es lo superfluo. De todas formas ¡que dificil es desprenderse de lo superfluo!
ResponderEliminarUn abrazo.