El naufrago y la botella.
Un naufrago, después de muchos años de soledad y penurias vio cómo el mar traía hasta su playa una lampara misteriosa.Dicen que el hombre, sin dudarlo un instante, frotó la lampara y un genio apareció.
-Voy a concederte dos deseos -dijo el genio-: uno por rescatarme del mar y el otro por liberarme de mi encierro.
El náufrago pensó en lo que había soñado durante todos esos años en la isla...
-Quiero tener una botella de cerveza que sea inagotable, irrompible y eterna.
-Concedido, dijo el genio.
Y una botella de cerveza apareció a los pies del naufrago. El hombre bebió y bebió de ella. Cuando terminó de dar el trago mas largo de su vida pudo comprobar que la botella seguía llena. Riendo a carcajadas empezó a volcar la cerveza en la arena. El chorro caía infinito en la playa, pero la botella no se vaciaba. Lanzó su preciado tesoro contra una roca, pero la botella no se rompió y además continuaba llena hasta el borde.
El hombre dio otro trago interminable y se limpió la boca con el dorso de su mano...
-¿Cuál es tu segundo deseo? -preguntó el genio. ¿Necesitas tiempo para pensarlo?
El náufrago era insaciable, y los insaciables son poco creativos...
-No -dijo el hombre de la isla solitaria-. ¡Quiero tener otra botella igual!
-Voy a concederte dos deseos -dijo el genio-: uno por rescatarme del mar y el otro por liberarme de mi encierro.
El náufrago pensó en lo que había soñado durante todos esos años en la isla...
-Quiero tener una botella de cerveza que sea inagotable, irrompible y eterna.
-Concedido, dijo el genio.
Y una botella de cerveza apareció a los pies del naufrago. El hombre bebió y bebió de ella. Cuando terminó de dar el trago mas largo de su vida pudo comprobar que la botella seguía llena. Riendo a carcajadas empezó a volcar la cerveza en la arena. El chorro caía infinito en la playa, pero la botella no se vaciaba. Lanzó su preciado tesoro contra una roca, pero la botella no se rompió y además continuaba llena hasta el borde.
El hombre dio otro trago interminable y se limpió la boca con el dorso de su mano...
-¿Cuál es tu segundo deseo? -preguntó el genio. ¿Necesitas tiempo para pensarlo?
El náufrago era insaciable, y los insaciables son poco creativos...
-No -dijo el hombre de la isla solitaria-. ¡Quiero tener otra botella igual!
¡¡¡Caramba con el náufrago!!! Es lo que tiene el alcohol cuando se consume en dosis elevadas... jajaja. Me gustó, Ángel. Gracias por compartirlo _()_
ResponderEliminarJejejejejeje!!!
ResponderEliminarQué bueno!
ResponderEliminarLa verdad que me ha hecho reir.
Ni siquiera con la posesión de la primera botella somos capaces de considerarnos satisfechos...
ResponderEliminarUn abrazo, amigos.