No creo que para escribir sea necesario ir a buscar aventuras. La vida, nuestra vida, es la única, la más grande aventura. El empapelado que vimos en nuestra infancia, un árbol al atardecer, el vuelo de un pájaro, aquel rostro que nos sorprendió en el tranvía, puedan ser más importantes para nosotros que los grandes hechos del mundo. Prosas apátridas Julio Ramón Ribeyro, escritor peruano, 1929-1994
Así es. Ante los árboles centenarios siente el hombre su fragilidad y ante cualquier árbol escuchar su canción. Yo abrazo algunos, acaricio su corteza y encuentro la paz en su canción.
ResponderEliminarSaludos.
Ante los árboles centenarios y ante las humildes flores...
EliminarGracias Fanny.
... ¡Detente! ¡Detente! ¡Mírame! La vida no es fácil, la vida no es difícil.
ResponderEliminarHermann Hesse. Los árboles (El Caminante,1929). Gracias, Ángel.
La vida no es fácil, la vida no es difícil...
EliminarLas cosas son como son.
Gracias Anónim@.
Hermosa reflexión sobre los árboles.
ResponderEliminarLa belleza es singular, la fuerza de la vida múltiple.
Vivamos.
Vivamos respetando al máximo a toda la naturaleza. Toda: animada e inanimada.
EliminarGracias, Pilar. Un fuerte abrazo.