El terremoto y el maestro zen.

Un día hubo un terremoto y parte del monasterio cedió. Al terminar, el maestro dijo:
"Mira, ahora has podido ver como se comporta un hombre zen en una situación de peligro. Te habrás dado cuenta de que no me aterroricé. Estaba muy consciente de lo que sucedía. Te cogí del brazo y fuimos a la cocina porque es la parte mas fuerte del monasterio. Probé tener razón porque la cocina todavía está en pie y hemos sobrevivido al terremoto; ni siquiera estamos heridos. Que yo, pese a mi autocontrol y estado de alerta, sufriera un pequeño shock es algo que tú debes haber deducido del hecho que bebí un gran vaso de agua, algo que jamás haría en circunstancias normales".
El joven discípulo no dijo nada pero sonrió.
"¿Que es lo gracioso?" preguntó el maestro. 
"No era agua, sensei" dijo el discípulo. Era un vaso muy grande de salsa de soja.

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